«Prefiero entregar en mano mis poemas. Ese puede ser mi último acto decente como humano», poemas sobre Delicias – Teófilo Gago

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PINTADAS

¡¡¡Vaya democracia de los huevos!!!
Hay pintadas 
desde hace más de 50 años,
que el mismísimo gobierno
y todas las Fuerzas, Cuerpos y Miembros 
de la Seguridad del Estado,
cuidan y vigilan,
como si la vida les fuera en ello,
Como esa que dice:
TODO POR LA PATRIA.
El mes pasado,
me han multado con 300 euros
por pintar una pared
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
TODO POR EL VERSO.
¡¡¡Vaya democracia de los huevos!!!



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EL SALUDO 
DE LA BELLA PANADERA

Cada día,
la bella y encantadora panadera
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
repetía,
a todos los clientes que me precedían,
con una sonrisa de almíbar en los labios,
y una mirada envolvente:
¿Qué quieres, mi niña?

Pasaron dos meses,
tres semanas y cuatro días,
 y a mí, no me dijo jamás:
¿Qué quieres, mi niño?

Motivo más que suficiente,
para que dejara de comprar el pan
de cada día,
en esa panadería.


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Porque
escribo,
exclusivamente,
todo lo que me sale de los cojones,
mi bella y encantadora médica de cabecera,
Carmen González Vielba,
del centro de salud, número dos,
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
me ha diagnosticado:
-Teófilo,
casi con toda seguridad,
menos de cáncer de próstata,
morirás de cualquier otra dolencia.



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20 de agosto del año 2013,
8 de la mañana, calle Embajadores
del barrio obrero de las Delicias, de Valladolid.

-"Algunas tienen que madrugar,
(le digo a una trabajadora del Servicio Municipal
de Limpieza),
para dejar las calles como los chorros del oro".

Y la trabajadora, atenta y educada, me contesta:
-"Para que otros, señor, en cinco minutos,
la conviertan de nuevo en un estercolero.
Y prosigue...
las clases de urbanidad y de saber estar
nunca debieron salir de las escuelas".



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El Campo Grande,
que es un parque del centro de Valladolid,
no tiene nada que ver
con el Parque de la Paz,
que es un parque del barrio obrero de las Delicias.

EL Campo Grande,
que es un parque del centro de Valladolid,
es un templo de paz, un templo de armonía
y un templo de la reflexión.

El Parque de la Paz,
del barrio obrero de las Delicias,
es un campo de batalla, despiadado y descarnado.
Duelos incontrolables de jeringuillas asesinas.
Canódromos descontrolados de jaurías caninas.
Escaparate de la suciedad generalizada.
El culto al silencio, el culto al sosiego
y el culto al recogimiento,
ni está, ni se la espera.



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Corren tiempos,
(según señalan y denuncian todos los medios
de contaminación),
hablados y escritos,
que los ricos,
los políticos,
los banqueros,
los empresarios,
y toda esa caterva de parásitos
de la nobleza y del clero,
no paran de perder dinero.

El caso es que yo,
que soy pobre, y me paso todo el santo día,
calle arriba, plaza abajo
por el barrio de las Delicias, de Valladolid,
jamás he encontrado, nada de nada.



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Callejero obrero

Desde que por mi cuenta y riesgo
he cambiado el nombre a una plaza y dos calles
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
los Cuerpos, Fuerzas y Miembros
de la Seguridad del Estado, no me quitan ojo.

La Plaza del Carmen,
ahora se llama,
Plaza de las Mujeres Maquis Castellanas.

La calle General Shelly
recibe el nombre
de un intelectual comunista terracampino,
Don Santiago Marcos Marcos,
"El Topo de Roales".

La calle San José de Calasanz,
atiende por el nombre
de una mujer trabajadora y legendaria:
Dolores Ibárruri, la Pasionaria.



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A
Millán Santos

Algunos manifiestan que fue un cura,
otros aseguran que fue un soldado,
hay quien convencido y entusiasmado
le llamó: Utopía de la llanura,

Viento comunero de la cordura,
Remanso honrado del explotado,
Patria y bandera del derrotado,
Filo firme contra la dictadura.

Qué dios, no se haga ilusiones vanas,
que el clero no disimule sus canas
fariseas y mortales. Es cierto,

camarada Millán, y así lo escribo,
tu mensaje camina y está vivo.
Perteneces al pueblo, vivo o muerto.

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Un poema de amor
que no cree en el amor

Se llamaron
y quedaron para tomar algo.

Hablaron, sonrieron
y en un bar de mala muerte,
de la calle Embajadores
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
se comieron y se bebieron
el uno al otro.


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Hay
quienes,
por la calle Arca Real,
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
se pierden detrás de unos ojos huidizos.
Hay
quienes,
por la calle Aaiún,
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
se pierden detrás de unos labios castizos.
Hay
quienes,
por la calle Hornija,
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
se pierden detrás de unos pechos escurridizos.
Hay
quienes,
por el Paseo San Vicente,
del barrio de las Delicias, de Valladolid,
se pierden detrás de unos muslos movedizos.
Yo,
también.


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-Saldremos de esta crisis,
como hemos salido de otras muchas.

Esa es la cabrona cantinela,
que algunos repiten,
a pesar
de desconocer lo que es una crisis,
y no haberse visto jamás
envuelto en ninguna de ellas.

En la intimidad del barrio obrero 
de las Delicias, de Valladolid,
ante mi mujer,
perdón,
ante la madre de mis dos hijos,
por aquello de que nadie es propiedad de nadie,
pienso en voz alta y pausada...
"Princesa, tú y yo,
que somos carne y corazón de todas las crisis,
y nadie, absolutamente nadie,
sabe que existimos,
saldremos, como dos héroes, de esta crisis
y viviremos para contarlo".


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"Te odio un poco más cada día,
porque no quieres entrar en los bares,
donde escupen y juran los obreros".

José Manuel Cuaresma


Lo que no sucedió en la España
creada y recreada por un sanguinario
golpista y fascista,
está ocurriendo en una monarquía indecente,
corrupta y parásita.

En el barrio obrero de las Delicias,
de Valladolid,
los colegios públicos de enseñanza primaria,
están siendo convertidos
en comisarías de policía.

Cultura o tortura,
esa es la cuestión.


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Me
dicen
que entre todos 
ustedes, que les apasiona
la poesía, y yo, que no sé vivir
sin ella, tocan a rendir pleitesía al
mercenario... perdón, quiero decir que
me han dicho, que entre todos ustedes, que
se alimentan de poesía, y yo, que soy un labriego
del verso, tenemos que mantener a flote, la
floreciente rentabilidad de un empresario,
al que solo le importa amasar prestigio,
patrimonio y dinero, a su costa
y a la mía. Y todo porque no
existe un Ministerio
Público de

P
O
E
S
Í
A

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VUELVO EN CINCO MINUTOS

Permanezco frente al cristal del escaparate
de una librería del barrio de las Delicias, 
de Valladolid,
ojeando las novedades editoriales,
así como otros ejemplares
de poesía, novela y ciencia ficción.
En la puerta, leo el cartel:
VUELVO EN CINCO MINUTOS.
Tiempo más que suficiente
y que aprovecho para sacar un lápiz
y una libreta del bolsillo izquierdo
de mi camisa blanca
y escribir un poema,
inspirado en los versos del poema chileno
Nicanor Parra, que dicen:
"U.S.A.,
donde la libertad es una estatua".
Y sobre la acera, de espaldas a la pared,
este proyecto de poeta tarracampino
en ciernes, escribo:
"La libertad es la única fragancia
que no se deja enfrascar, ni comercializar".



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